El primer recuerdo que tengo de mi infancia es un tablero para dibujar con imanes que mi padre me trajo de Japón cuando cumplí tres años (ellos dicen que dibujé un gran barco, yo solo recuerdo haber dibujado unas cuantas rayas y estrellas. En el cole siempre dibujaba, era la que le hacia las tareas con dibujos a mis compañeras y las cartas a los novios para mis amigas. El dibujo siempre me acompañó, así que estudié artes visuales con énfasis audiovisual (quería hacer dibujos en movimiento), en el transcurso de la carrera quise dibujar más y editar menos videos (aunque ahora me apetece volver a hacerlo). Comencé doble énfasis con el diseño gráfico y me enamoré de la ilustración. No sabía que la ilustración era una carrera pero cuando la descubrí, descubrí un tesoro. También me enamoré del grabado y del aguafuerte, de ahí mi obsesión al detalle y a hacer formas a partir de puntos y rayas.
Cuando me gradué tuve mi primer trabajo de ilustración para una editorial guatemalteca, era ilustrar unas colección de libros para niños con poemas, leyendas, rimas y refranes latinoamericanos. Me gustó tanto que me especialicé en ilustración para literatura infantil.
Luego tuve la idea de hacer libros, cuadros y productos ilustrados, así que abrí una tienda de diseño en la que colaborábamos varios diseñadores. Pero después de un tiempo viaje y me conocí un poco más. Decidí aplicar a una beca de diseño textil y sobre superficies en Madrid, viajé al otro lado del mundo, ilustré mucho y ahora había aprendido un poco acerca del mundo textil. Conocí el amor, me quedé en España y sigo ilustrando, aprendiendo, creciendo, conociendome y sobre todo trabajando día a día para cumplir más sueños 🖤